Cartas Anónimas:
¿Por qué no lo buscas en Facebook?, fue la pregunta que mi actual amor me lanzó al contarle sobre esa historia que he considerado desde hace mucho tiempo como inocente y sobre todo, silenciosa, principalmente eso: silenciosa como un ratón de campo.
Octubre de 1999.
Lluvias intensas en Comalcalco, Tabasco, uno de los rincones de México en donde el agua, el calor y la humedad siempre están presentes.
Había pasado la fiesta de 15 años de mi prima mayor, motivo por el que todos los familiares aún seguíamos reunidos en casa de mi abuela y abuelo maternos…
Todo parecía ir sin novedad y yo, a mis escasos 11 años, lo último que quería era ser visible, así que me escabullía en cualquier rincón. Los cuerpos de mis seres queridos eran el perfecto laberinto para ir de aquí para allá sin que nadie reparara en mi existencia, para entonces, inocente.
Estaba rodeada de personas conocidas y me aburrían en gran medida sus rostros hasta que, en medio de la cortina de gotas de lluvia, llegó un trío musical a casa.
Miguel Ángel, el hombre que lucía mayor, presentó a sus dos acompañantes y se disculpó con mi abuela por haber llegado antes de lo esperado a causa de la cancelación de un evento en la zona.
Los dos acompañantes: Amid y Antonio.
Aunque de Amid me enamoré de sus apellidos, fue Antonio el que hizo sonreír a mi corazón infante.
Aquel día, alrededor de las 6:00 de la tarde, habrían dado un pequeño concierto en el pueblo y fueron bien recibidos porque en sí era la primera vez que llegaba un trío o un rasgo de expresión artística al lugar.
Se quedaron tres días y fue el tiempo suficiente para observar a lo lejos cada línea del rostro de Antonio, quien por cierto, es probable que me llevara hasta 10 años de diferencia.
Su sonrisa despertó por primera vez en mí la curiosidad de probar la carnosidad de unos labios, la humedad de una lengua y la textura de unos dientes. Ahora pienso que era bastante precoz como para imaginar hasta un futuro matrimonio.
Ante la falta de hoteles en el lugar, mi abuela los hospedó en su casa, por lo tanto, yo fortalecía esa fantasía pueril.
Lo veía caminar y desde las esquinas de los roperos le seguía los pasos con la mirada, como un ratoncito taciturno que está en busca de una rebanada de queso de rancho; esa dinámica la mantuve por el tiempo que estuvo en casa.
Antes de que él partiera a su ciudad natal, yo decidí guardar el aroma de su perfume en la memoria que se tiene en las entrañas y así, en su retorno a su ciudad natal me habría quedado con una parte de sí sin que él lo supiera.
Para mi sorpresa, previamente a su despedida, el trío anunció que regresarían en mayo.
Lo esperé cada día y en ese periodo, crear estrategias para confesarle mi amor se volvió mi pasatiempo favorito. Le escribí cartas que no serían entregadas. Me miraba al espejo anhelando crecer y ser una mujer deseada.
Una tarde los vi llegar y no me pareció extraño porque yo había recreado este encuentro de mil maneras.
Ya no llovía sino al contrario, era la época del mejor sol en Tabasco.
Llegó la hora de acudir a su pequeño concierto y entre las historias que me inventé, había una situación que no imaginé: Miguel Ángel, el mayor de los tres, pidió felicitar a Antonio, puesto que antes de comenzar esa gira por zonas rurales de México, él había pedido matrimonio a su novia.
Fue la última vez que le puse atención a su sonrisa, que por cierto, parecía brillar por dicho anuncio.
Regresé a casa y enterré las cartas escritas. Así, volví a ser aquella niña que prefería pasar desapercibida entre las personas adultas.



Tenia 13 años cuando corría por el campo, parecía yegua sin control, imaginaba muchas cosas que no sabia que existían, siempre me fijaba en las parejas, en el pueblo la tradición era casarse después de los 15 años, o ya eras una dejada y la gente te veía mal, cuando iba al parque me fijaba en los nuchcahitos y pensaba cual de ellos sería mi novio, jaja.. Y de pronto vi a chepin y me encanto, el ni me pelaba, y yo ya creía que era mi novio, solo porque me gusto, después me fui del pueblo a la ciudad y me olvide de chepin, hace mes y medio lo volví a ver después de 30 años, me quede pensando que hubiera sido de mi si me cansaba con el. Después recordé que nunca fui su novia, ni se entero que me gustaba. Qué locuras no?.. Jajaja calentura de adolescente qué solo viví con la imaginación. Jajaja..
ResponderBorrarJajajajajajaja qué belleza que compartas esta experiencia. Seguro Chepín hubiese sido afortunado, pero qué bueno también que saliste del pueblo. Abrazo.
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