Gracias Petra por el viaje:


 


 Llevo tantísimos meses tratando de escribir sobre esta experiencia: mi abuela murió en 2017.

A esa mujer la amé con todas las fuerzas con las que crece una raíz de una yuca, bien fuerte, aferrada y con una corteza nada fácil de cortar.

El amor por mi abuela me lleva a la forma de una mazorca de cacao, bien ruda, dulce en temporada precisa, amarilla en el tronco correcto y morada como una excepción en la siembra y la experiencia.

Esa señora me enseñó a ser libre como soy ahora, me enseñó a reír sin pena ni culpa y con un eco que a nadie... a nadie más le importa que a nuestra felicidad.



Clara, Clarita se enojaba un chingo  y eso no lo puedo reclamar…siempre la hacía de pedo hasta en su templo, con las señoras de los talentos, de los tamales, de los chicharrones, y es porque en serio nadie guisaba y nadie hacía las cosas como ella.

Clara, Clarita, su sentido del humor al chile era bien lépero, grosero y hasta perturbador jajaja, por algo soy así y por algo me guardo en momentos precisos.

Siempre amé sus cejas gruesas como un bigote del ser más macho, sus cejas las acaricié cientos de veces antes de que se fuera de su territorio y siempre me dejó acariciarle aunque no le gustaba.



Y ella, mi Clara se quedó en mi memoria, mi segunda madre se quedó sin ver; cuando nos encontramos las últimas veces lloraba y se entristecía y eso a mí me dolía.

Se quedó hasta la última idea de mi última  expareja, y aún así lo defendió… terminé con él, y entonces tengo la sospecha que amaría a mi pareja actual como a nadie, bien bastante muy cerca como yo lo amo.

Escribo todo esto para decir que hace  meses me encontré con Petra, una mujer como ella, como mi Clara, con una valentía que  presiento con ver las botas de lluvia que traen por si la leña hay que rescatarla del lodo o el frío.

Petra es de Oaxaca, mi Clara de Tabasco.

Pero cuando hablo de ellas es como una misma copia.

Petra nos recibió con un chocolate, lo tomamos. Nos llevó a la montaña. Clara nos llevaría seguro a los plantíos de cacao.

Petra abrió su casa, y en ella volví a ver a Clara.

Nos abrazamos tanto y lloramos.

Ella me dijo cuando me abrazó que quizá habíamos coincidido tanto en alguna  vida pasada y así volví a sentir a Clara.



 

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