"Tal vez sean alérgicas al polvo de la Luna"
No todos los días tenemos la oportunidad de conocer a personas increíbles y ahora que recién me tocó junto a mis amigas, consideré necesario plasmarlo aquí.
Hace una semana, mis amigas y yo decidimos pasar un tiempo absoluto de chicas y de preferencia que fuera cerca del mar.
El destino: Sisal.
Fue tiempo de calidad: nos reímos mucho, hablamos de nuestros miedos, las cosas que nos gustan y por supuesto los traumas estuvieron sobre la mesa, bueno, sobre la arena.
Lo mejor de la noche fue cuando nos topamos con la celebración en torno al Cristo Negro y la quema de Toritos, tradición que por cierto, presencié por primera vez en mi vida y realmente fue sorprendente y por demás divertida. Grité como si me aventaran del 'bungie' una y otra vez.
Ahí, justo ahí fue el momento que estoy segura que como a mí, a mis amigas también les pareció mágico.
Casi de la nada, muy de repente como suceden las singularidades, apareció la niña que llevaremos en nuestra memoria bonita.
"Soy Aylín la terrible, tengo ocho años", dijo cuando le preguntamos su nombre. Más que terrible nos pareció una niña inteligentísima.
Nos habló de las costumbres de su pueblo con un brillo en los ojos que reflejaban la emoción y el orgullo de habitar ese espacio en la costa yucateca.
Dijo que aunque nació en Mérida, se mudó junto con su hermanita a Sisal porque su papá 'se portaba mal con su mamá'...guardamos silencio porque sabemos a lo que se refería.
Aylín por más de media hora nos compartió también leyendas de su comunidad y hasta chistes, con la gracia de una comediante experimentada.
Nos instruyó en qué parte caían menos las chispas que lanzaban los toritos al ser quemados, aunque nos advirtió que se sentía mejor la adrenalina al ver muy de cerca el espectáculo, instrucción que siguieron al pie de la letra Grecia y Lilo, mientras que Any y yo lo apreciamos con prudencia lejana.
Antes del destello de las chispas y los fuegos artificiales, Aylín no paró de hablar con confianza como si de un familiar nuestro se tratara. También nos dio muestra de su agilidad corporal al hacer piruetas inesperadas.
Nos tenía a todas tan enamoradas, tan atónitas de su inteligencia, su libertad y su forma tan poderosa de expresarse.
Lilo perjuró que así será su hija, pues esa soltura quizá la tendrá el o la bebé que mi amiga engendre.
Después de un momento, le preguntamos a Aylín por su mamá o su familia y respondió con una sonrisa tan tierna: no sé, los perdí desde hace rato.
Indudablemente nos sorprendimos, pero en el pueblo parecían conocerla, así que perdida del todo no estaba.
Pasamos gran parte de la noche juntas aunque por momentos se nos desaparecía. Al terminar la festividad del pueblo, ella otra vez volvió diciendo: ¡sobrevivimos, sobrevivimos! y juntas fuimos todas niñas que jugaron por largo rato.
Nos pidió que la acompañáramos a la casa de su abuelo y así lo hicimos.
Nuevamente nos sorprendió la claridad con la que tiene la ruta en su cabeza.
Al llegar, supimos por qué se hace llamar 'Aylín la terrible', pues así la recibieron.
Al día siguiente, Lilo recordó que la niña nos había abierto la invitación para ir a desayunar al restaurante de su abuelo.
Preguntamos por ella y por fortuna estaba, salió a recibirnos y nos contó que estaba leyendo, pero no un libro cualquiera, leía el Código Penal del Estado de Yucatán.
Se sentó con nosotras y entre mucha conversación nos preguntó si éramos alérgicas a algo, respondimos, pero sólo Grecia dijo que al parecer a un medicamento.
Su respuesta fue la más hermosa y curiosa que habremos escuchado: ¡ah, entonces tal vez sean alérgicas al polvo de la Luna, pero no lo saben!
Aylín, la que no es terrible sino una niña admirable, no dejaba de sorprendernos.
Al despedirnos nos pidió una foto y entonces posamos. Nos la tomamos afuera del 'Rinconcito de Sisal' del amigo 'Malas'. Todas o casi todas nos quedamos con un nudo en la garganta.
Y es que en Aylín vimos la valentía con la que todas las niñas nacemos, pero poco a poco en un sistema patriarcal perdemos bajo condiciones como 'calladita te ves más bonita', por ejemplo.
En ella nos vimos todas, nos supimos libres, inteligentes, interesantes, desenfrenadas, maravillosas y quizá nos retiramos del mar deseando que no se apague, que no se desvanezca y que no sea silenciada.
Deseamos sin duda que todas las niñas puedan vivir sin miedo, que rían, canten, jueguen, salten, con toda la fuerza de su espíritu.
Ese encuentro fue igual un viaje a nuestro interior y queremos decirles a todas las niñas y los niños que no, que no son terribles sólo por buscar escucha, sólo por jugar mucho, por gritar fuerte y reírse sin pena porque lo merecen, porque el mundo es suyo.
Aylín, gracias por llegar aquel sábado a nuestros corazones y si estas letras llegan a ti, queremos que sepas que nos hiciste muy felices y por favor, nunca, nunca pierdas tu esencia.
Mientras tanto, nosotras volvimos a nuestras casas a escarbar en nuestras almas esa valentía que seguro también tenemos.
Amigas, también gracias por ese fin de semana.
(Que se repita)







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