Recuerdos a partir de un shampoo:

 

 

Son (posiblemente) las 7:00 de la mañana. Despierto, camino pocos pasos a la cocina, hay una mesa pequeña de madera, cubierta de un plástico con frutas y tonalidades verdes y rojas.

Hay un cereal de caja blanca, con un gallo verde y con nombre de una marca gringa.

Paso varios minutos leyendo y leyendo las mismas instrucciones que inducen a un juego común, de mañana, con leche y sueño.

Termino y me dirijo al baño.

No sé cómo explicar el trayecto de la cama a la cocina y de ahí, al baño, pero sólo puedo decirles que de donde vengo, los baños están fuera de casa.

-El baño de la casa de mi mamá y mi papá, ya no estaba a una larga distancia, tampoco había una larga trayectoria, como los de antes-

Era cosa de metros, muy pocos ahora que los mido con los años.

Pero eso sí, se trata de una aventura.

Salgo del cuarto, camino derecho y llego a la cocina, me siento, como, termino, me paro, doy media vuelta y camino al frente, sigo derecho, paso una puerta, quizá un patio de dos metros y llego al baño.

El baño:

Una vez estuvo pintado de amarillo con negro.

Siempre pensé que eran colores ‘feos’ (para un baño familiar)

-Ahora recuerdo y quizá era pintura que papá llevaba de sobra de su trabajo-

Siempre me pareció un baño ‘feo’, por muchas razones, era alto, obscuro, por supuesto con detalles no terminados, un lavabo que sospecho se rompió en alguna fiesta sin sentido de mamá y papá y…en sí, nunca, nunca me gustó nada.

Cuando aprendí a lavar baños, usaba mucha agua y mucho cloro para tratar de que quizá tuviera un cambio ‘esplendoroso’

 

Nunca lo logré, por supuesto.

Crecí.

Eso sí…una vez más: entro, hago toda mi rutina y al tomar el shampoo, uffff, neta huele a flores, a un aroma que nunca antes había olido, mi sentido y entrañas, por lo que detecto, guardado hasta la muerte.

 

‘Herbal Essences’ se llama.

Hace poco fui al super, lo traía ya en mente, lo busqué y lo encontré…

Entro al baño (todo distinto a aquel de mi infancia)…hay luz, está limpio y todo es blanco.

Me meto a la regadera y dejo escurrir el agua, tomo el shampoo y me lleva a mi infancia.

Es un olor riquísimo, nada agradable para los recuerdos, perooooo…me causa caspa.

Lo uso por nostalgia y me lo acabo para todas las veces recordar que mi mamá y papá, era lo que me podían dar y con todo el amor, las bondades y las debilidades que podían.

 

Es lo que hubo.

 

Lo agradezco.

 

Me tomo un baño largo, me caen los recuerdos, realidades y esperanzas en el pecho y el torso.

 

Deseo todo huela bien en mi vida y que el agua se lleve la suciedad posible de mi alma y mis pies.

 

 Y que nunca jamás vuelva a tener un baño de color amarillo y negrito (plis).

 

 

 

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