‘Soy una esponja emocional’

 

Y absorbo la responsabilid...

 
(Obra de Soledad Lagruta)

 

 Uno de mis ex, de hecho, el más reciente, en algún momento me recriminó diciendo “eres una esponja emocional”.

 

Obviamente lo sentí como una plena agresión hacia mi persona y mi interactuar con el mundo y especialmente con él.

 

Creo fue un punto de referencia para guardar mucho de lo que siento y procurar no afectar a nadie.

 

Ha pasado el tiempo y ¡oh, por Dios! ¿Cómo no ser una esponja emocional cuando te sientes en un desierto (también emocional)?.

 

Breve recuento: a lo largo de la relación me pedía periódicamente que le concediera “tiempo a solas”…eso implicaba no llamar, no mandar mensajes, no buscar ni aparecer en su vida. Cuando vivimos en una misma casa por casi dos años, consistió en a veces no darnos los buenos días, no comer a la misma hora, no hablar y no esperarlo para cenar e incluso ni para dormir.

 

Ahora me causa risa y confieso: ¡Obviamente iba a ser una esponja emocional! Pues no sabía si eso que me daba, en el tiempo y la medida que quería, iba a ser una ración suficiente para un mañana.

 

Pasaron los años y creo quedó expuesto que nuestra relación no daría para más y ¡qué bueno que nos dimos cuenta!

 

No todo fue malo, sin duda, aprendí algunos pellizquitos de humanidad a su lado y terminar fue como lo describió mi cantante favorito (Nacho Vegas): No fue bueno, pero fue lo mejor.

 

Han pasado los años después de aquel comentario y hace un par de noches caí en cuenta que lloré, lloré por dos semanas en distintos horarios…incluso lloré en uno de mis momentos favoritos: cogiendo con mi amor.

 

Me sentí tan mal y llegó el eco de aquellas palabras “eres una esponja emocional”.

 

Esta vez no me ofendí. Claro, una de las razones era porque me lo decía yo y otro motivo es porque si lo soy, soy una esponja que guarda todos los sentimientos posibles y bajo algunas circunstancias, comparte, empapa y escurre con otros seres todo lo que siente.

 

Soy un ser que se llena y se vacía cuantas veces sea necesario para volverse a llenar y repetir el ciclo.

 

Las esponjas no pierden color, tal vez tamaño, tal vez textura, pero son de los pocos elementos que pueden ser de los más resistentes en todo un hogar.

 

Igualmente, ni hablar de las esponjas desde la zoología, su función y riqueza se potencia y sin duda podría ser una de ellas también con toda inmensidad.

 

 

No tiene nada de malo llorar, sentir más de lo habitual, hablar de más, compartir más, querer un ambiente armonioso, rico, sano, humano y estable y que éste sea repetitivo.

 

Si desear eso significar ser una ‘esponja emocional’, absorbo la responsabilidad.

 

Por Itzel Chan ‘La Brócoli’

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