Las dudas de los eternos inconformes

 

 

                                    (Pintura: Camino a casa, por Soledad Lagruta)

 

Hace días iba camino a uno de mis trabajos, el que menos me gustaba de hecho y justamente pensé: me gustaría ser menos inconforme y un poquito más conforme con la vida, mis trabajos, los salarios, los tratos, la convivencia, el amor, las relaciones y así y quizá de esa forma, sin darme cuenta sería más feliz.

 Luego, no hay día que en mi círculo, pequeño por cierto, no haya alguna queja laboral de por medio, algunas conllevan comunicación unilateral o falta de la misma, maltrato por parte de quienes dirigen y simplemente, un fomento de frustración que se suma por supuesto a diversas inseguridades personales.

 Hace dos días me despidieron de uno de mis trabajos y es la primera vez que profesionalmente no me importa, quizá porque yo también proyectaba en mi productividad la incomodidad tremenda con la que cargaba.

 No lo niego, como comunicadora o comunicóloga (como mejor convenga nombrarnos), el sueldo con un solo trabajo vuelve un poco complicada la vida adulta, así que tener dos o más entradas económicas da paso a tener una vida más o menos digna, así que la parte salarial es la que sí echaré de menos.

 Es la segunda vez en 14 años que me dan las gracias en un trabajo y sólo en la primera fue un golpe al ego, esta vez fue un: mmmhh justo venía pensando ya renunciar muy pronto, sólo te me adelantaste en la decisión, pero está bien.

 Y no, no me siento triste. En verdad, era un sitio en el que me sentía muy infeliz, algunas veces me fui llorando camino a alguna junta que se le había ocurrido de última hora a mi jefe o me pedían escribir sobre temas que van en contra de mi ideología feminista y en la que siempre procuro ser respetuosa a los derechos humanos.

 Me he preguntado también si mi egocentrismo es grande y al sentir que merezco más y no hacer nada por ello, termino rayando en las líneas de la mediocridad.

 A veces admiro mucho a las personas que encuentran su por dónde, cómo y para qué en la vida y a la vez lo tienen tan claro, entonces quisiera ser así.

 He sido feliz de alguna manera, claro o al menos lo procuro, pero me da mucho miedo cuando siento perder el rumbo…sobre todo con los parámetros del ‘éxito’ que se plantean socialmente, cuando para otras personas el éxito al que aspiramos es estar tranquilas, felices y en paz en todas las áreas en las que nos desenvolvemos.

 Para 2013, la revista Forbes publicó los resultados de un estudio hecho por Trabajando.com en el que se especifica que 8 de cada 10 personas mexicanas no están felices en sus centros laborales y nueve años después, al menos la realidad entre varias personas conocidas no ha cambiado mucho.

 Hay quienes podrán decir que es quizá porque no elegimos lo que amamos hacer y saben qué, ese proceso muchas veces no es fácil…a veces nada más me haría feliz ver el amanecer y atardecer frente al mar, tomar agua de coco y comer frutas sin sentir la necesidad de algo más, pero no, por ahora no es posible vivir solamente así, mucho menos en un mundo en donde la hiper productividad es casi necesaria.

 A lo largo de mi trayecto laboral, he tenido que ir a llorar algunas veces al baño por sentir que no es mi lugar, por no conectar, por sentirme tan miserable haciendo algo que no me nace…la mayoría de las veces me he ido y es así como me he sentido eternamente inconforme.

 No, no es una queja permanente este texto, es quizá el afán que nombrando mi sentir quizá quite las piedras en mi camino.

 Mi único deseo es que quienes hacen lo que aman que sus sueldos sean dignos; sus tiempos respetados y que sus actividades les permitan vivir, salir, ver el sol, las estrellas, ir al cine, conocer personas, tener tiempo libre para un descanso pleno.

 Quienes andamos en las de encontrar la pasión que nos llene el alma, hallarlo en cuanto antes y que esos instantes de felicidad que tenemos sean permanentes.

 También deseo para quienes emprenden y deseamos emprender que todo lo bueno y con trabajo ameno podamos lograrlo. Nunca será fácil, lo sé, pero que al menos no sea sufrido.

 No, no es normal sentir impotencia en nuestros trabajos, no es normal tener sueldos precarios y no es normal recibir sueldos altos a cambio de dejar nuestra vida entera.

 Bueno, hasta ahora lo único que sé es que amo medio escribir sobre cosas que no son importantes.

Por Itzel Chan 'La Brócoli'

 

 

 

 

 

 

Comentarios

  1. Excelente relato. Un momento de vida. Porqué no escribes diario de tus vivencias. Sería bueno leerlas. Te agradezco sigas en este camino.

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    1. Qué bonito comentario. Muchas gracias por leer, se siente como un abrazo.

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