Re-memoria menstrual

 

 (Foto tomada de internet)

 

No la odio, pero no me hace feliz su presencia.

 

No la conozco del todo y sólo sé que hay meses en los que me atormenta.

 

Su presencia en mi vida ha sido vivirla en automático, como muchos otros sucesos que me acontecen y no los cuestiono…o no los cuestionaba.

 

¿Cómo puedo describirla?

Se me contraen desde las tripas hasta los cabellos; los tobillos, tiesos;  estirones que me jalan hasta la conciencia que no he construido.

 

Más intenso. La excepción: El primer periodo que había llegado después de mi primera relación sexual. Dolor como jamás he sentido.

 

Anoche soñé que mientras me escurría la sangre por las piernas, en la farmacia me mostraban los productos que tenían y eran trocitos de algodón más pequeños que las yemas de mis dedos meñiques.

 

Tenía ocho años cuando llegó mi periodo menstrual. Era lunes. Lo sé porque ese día tenía uniforme blanco, nunca he entendido el falso patriotismo en las escuelas.

 

 

Sacar a mis perros a caminar es un lío en esos días en los que no quiero ni existir, sólo recuerdo que sigo viva porque siento las caderas apretadas, las piernas como plomo, la columna rota, los senos con choques eléctricos y el vientre con coronas de espinas como las que dicen que llevó Jesucristo.

 

 

Nadie me había dicho que menstruaría tan pequeña y por lo tanto se convirtió en un proceso muy inesperado y desconocido.

 

Hay que lavar las sábanas otra vez… a veces lo disfruto pues me siento como un personaje mal dibujado de un cuento cualquiera, machista por supuesto, en el que existe la prueba de que eras virgen porque sangras la primera vez.

 

¿Ya les dije que coger durante la menstruación no está mal?

 

Nosotras andamos más calientes y ellos, ellos siempre están absurdamente calientes.

 

Yo aún no soy capaz de usar la copa menstrual… no es por prejuicio, sino porque con el costo de una me tomo alrededor de 60 cervezas.

 

Así se me va el dinero, el tiempo y la muerte.

 

A veces me pregunto si voy a tener también menopausia precoz.

 

Escena en el imaginario:

Sentí los malditos cólicos, aun así, lo invité a mi habitación, llegamos sólo al sofá.

 

Él sólo me dio unos merecidos lengüetazos en la ingle y le pedí que se marchara.

-Tu vagina sabe a óxido- dijo y se fue.

 

Cólicos que me impiden caminar. Frío que punza mil veces. Pienso en personas de las que no recuerdo los nombres. Diarrea como cada mes.

 

A veces es sólo líquido, otras más son coágulos cargados de rabia.

 

“Y si un hombre se acuesta con ella y su impureza menstrual lo mancha, quedará inmundo por siete días, y toda cama sobre la que él se acueste quedará inmunda.” Levíticos 15: 24.

 

Me bajé el calzón. “¡Me lastimé sin darme cuenta!”, fue que pensé en mi primera menstruación.

 

Debes bañarte tres veces al día cuando tienes la regla.

Cierra las piernas porque en esos días apestas.

No puedes ver a tu primo recién nacido.

No hables con nadie de este tema.

Tu papá no puede sentir el olor de tu sangre.

Si te dejas, ahora puedes embarazarte…

Ahora eres una mujer.

 

Toda una confusión entera entre mis 8 y 9 años, creo así crecí distante hacia ella.

 

Nos acompañamos y nunca hemos hablado, a veces remito su presencia a pequeños quejidos ahogados en el retrete.

 

 

(Por momentos) He lamentado ser mujer.



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